El ser humano tiene una estructura compuesta de cuerpo y alma. Cada uno de estos dos elementos intenta hacer girar a la persona alrededor de su eje. Uno de los aspectos de estos dos elementos es el deseo sensual y animal. O sea, es el aspecto relacionado con el cuerpo humano.Otro aspecto del ser humano es lo espiritual, lo cual le recuerda su razón de existir, le alienta a que realice buenas acciones, le provoca ver los reinos espirituales, le hace disfrutar de sabores indescriptibles aunque tenga hambre y sed, y le conmina a mantenerse lejos de las maldades.
Si en una persona el espí¬ritu pierde el poder y lo carnal se hace dominante, entonces esa persona se deja llevar según sus deseos carnales. Hace caso omiso de los límites de la mente y la religión, y gasta casi todo el poder de su mente en obtener los mejores y más variados tipos de comida y bebida. Su única preocupación consiste en pensar cómo satisfacer sus deseos sensuales. No hay mejor descripción que la del siguiente versículo del Corán: «Pero los que se niegan a creer se dan al disfrute y comen como los animales de rebaño; y el Fuego será la morada que posean» (Corán 47:12).
El ayuno recuerda la unión con Dios
Cada momento, cada segundo de la persona que ayuna es muy importante ya que le recuerdan a Dios, sus bendiciones y lo más importante la unión con Él. El ayuno realiza esta función de dos maneras. Esto se puede resumir del siguiente modo: el deseo a las bendiciones que no será destruido por lo sabores y el sabor que viene con la disminución de las amarguras.
Una persona que pasa un día entero pasando hambre y sed, aunque parezca fastidiada, en realidad las bendiciones que le traerá esta oración le hacen olvidar lo que sufre. La persona que ayuna solamente piensa en llegar a su Señor, y por El Mismo deja de comer, beber y pensar en los deseos carnales. Gracias a este pensamiento, todas las facultades de su vida se mueven con rectitud. Y el Mensajero de Dios declara: «Hay dos períodos relajantes para la persona que ayuna. Uno es cuando rompe el ayuno (iftar) y el otro es el momento en que se encuentra con su Señor».[1]
El ayuno le hace alcanzar al humano el nivel de los Ángeles
Existen dos aspectos en los humanos: el aspecto angelical y el bestial. Cuando una persona se comporta de manera opuesta a los sentimientos animales siente en su consciencia su parte angelical y que va reduciendo la parte bestial. Los humanos son seres inferiores a los ángeles pero superiores a las demás criaturas. Y Dios le dio el poder de llegar al rango más alto y también descender al nivel más bajo. Por consiguiente, el ser humano a veces supera a los ángeles y los deja atrás en cuanto al nivel de cercanía a Dios. Y otras veces desciende más debajo de donde los demonios habitan. «Que en verdad creamos al hombre en la mejor armonía y luego lo convertimos en uno de los más bajos» (Corán 95:4 6).
Una de las características de los seres humanos que los diferencia de los ángeles es el hecho de que tengan nafs (el yo carnal). En los ángeles no existen comportamientos tales como comer, beber, casarse o rebelarse contra Dios. Ellos, por su naturaleza, son criaturas inocentes y pasan cada instante rezando a Dios. «No se le adelantan en la palabra y actúan siguiendo lo que les manda. Dios sabe lo que tienen delante y lo que tienen detrás. Sólo quien es aceptado puede interceder por ellos. Y le tienen mucho miedo a Él» (21:27 28).
En cuanto a los seres humanos, ellos necesitan comer y beber para sobrevivir. Y siempre es posible que cometan errores y se rebelen. Pero un creyente que ayuna adquiere cualidades angelicales absteniéndose de comer, beber, de los deseos carnales y las malas acciones, como contar embustes o la crueldad. Incluso supera a los ángeles con estos comportamientos. Y Dios se enorgullece con Sus siervos que se comportan así y los pone como ejemplo a los ángeles.[2]
El Ayuno enseña el Valor de las Bendiciones
Dios adornó con miles de bendiciones la Tierra dejándola a la orden del Califa de la Tierra, es decir, los seres humanos. Cada día es como si nos bajara una mesa del Cielo; mientras se quita una, inmediatamente viene otra. Los árboles dan frutas sea en verano o invierno; el cielo está lleno de tesoros y de la Tierra rebosan muchas bendiciones: «Y os ha dado de todo lo que habéis pedido. Si tratáis de contar las bendiciones de Dios, no podréis enumerarlas; es cierto que el hombre es injusto, ingrato» (Corán 14:34).
El Cielo y la Tierra han sido puestos bajo las órdenes de los seres humanos y ellos estando incluidos en ellos, no se dan cuenta de estas bendiciones. Son como aquellos peces que a pesar de que nadan en el agua, no reconocen el mar. Ellos se encuentran en el mar, pero no están al corriente del agua que les facilita nadar. El ser humano, que nada entre las bendiciones, gracias al ayuno toma en consideración su importancia y trata de agradecérselo a Dios por ellas.
El ayuno acostumbra a las personas a economizar
La plegaria que es, en definitiva, el ayuno en el Islam, enseña a las personas que preservar es una virtud. El ayuno se puede considerar como un maestro que imparte economía. Una persona que hace todo lo que le da gana y siempre que quiera, cuando esté ayunando tiene que abstenerse de algunas cosas. Por ejemplo, un hombre que siempre come y se rinde a los deseos de su cuerpo, cuando ayuna, tendrá que esperar a la hora de romper el ayuno (iftar); por lo tanto aprenderá a administrar y se mantendrá lejos de vivir irresponsablemente.
El Ayuno ensalza el Espíritu
Los humanos son criaturas compuestas de cuerpo y el alma. De la misma manera que el cuerpo tiene algunas necesidades y deseos, el alma también tiene algunos deseos y necesidades. El ser humano es una criatura pequeña en cuanto a su tamaño corporal; sin embargo, en cuanto a sus cualidades espirituales se encuentra altamente capacitado para abrazar la eternidad. Con sus miles de tentaciones, deseos, sentimientos, emociones, imaginaciones y pensamientos, el ser humano es como un pequeño repertorio del Universo.
De este modo aquello que induce a realizar los deseos y las tentaciones que desarrollan todas las capacidades y el aspecto espiritual de una persona; lo que extiende sus pensamientos y los dispone, aquello que disciplina sus poderes sensuales; lo que lo hace alcanzar la madurez, el ví-nculo más sublime y alto que lo hace unir a su Señor, no es ni más ni menos que la oración.[3]
Por consiguiente, en el ayuno, que no es más que una forma de devoción, existen estas peculiaridades. El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) en un hadiz dice: « Se debe dar limosna por todo. Y la parte que corresponde al cuerpo es ayunar. El ayuno es la mitad de la paciencia».[4]
Salat (la oración diaria) es el pilar de la religión, el ayuno es el pilar y el alimento del alma, y la limosna es el pilar de la sociedad. Es decir, la religión sin salat, el alma sin el ayuno y la sociedad sin limosna no pueden ser duraderas. Como la comida alimenta al cuerpo, así el ayuno alimenta al alma; si no es posible vivir sin comer nada, tampoco es posible continuar la vida espiritual sin ayunar. Es por eso que, dejando a un lado las diferencias en la forma de realizarlo, el ayuno fue un principio fundamental en todas las religiones que pretenden ganarles a las personas sus cualidades espirituales. Incluso, todos los Profetas que serían guías para madurar a la gente, pasaron ayunando el período de preparación para cargarse con esa misión importante.
Y esto es otra prueba que demuestra la influencia del ayuno sobre la madurez de las personas. Las personas que desean madurar espiritualmente deben realizar el ayuno. En otras palabras; los que no ayunan permanecen bajo el influjo de su cuerpo y no pueden llegar a la maduración deseada.
El Ayuno Refrena al Nafs (el yo carnal)
Es una necesidad imprescindible para las personas tomar las riendas del Nafs; ya que los deseos y las costumbres del nafs son unos venenos mortales, unos pesos que llevan a la persona a lo más bajo. Nafs siempre le ordena la maldad a la persona. El Profeta José con la siguiente declaración define de la mejor manera el nafs: «No puedo exonerar mi Nafs; ya que, salvo aquellos a quienes protege mi Señor, normalmente nafs siempre tiende a ordenar la maldad. Realmente, mi Señor es Indulgente, Misericordioso. El nafs se engrandece cuánto más se le da, y siempre quiere más y más. El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) en uno de sus rezos dice: «¡Dios mío! Me refugio en Ti de la debilidad y la pereza, de la cobardía y la mezquindad, de la vejez y los tormentos en la tumba. ¡Señor mío! Otórgale piedad a mi nafs; purifícalo ya que Tú eres el mejor de los que purifican. Tú eres su Dueño y Señor (del nafs). ¡Dios mío! De la ciencia que no es beneficiosa, del corazón que no tiene temor, del nafs que no se satisface y del rezo no aceptado me refugio en Ti».[5]
Y en otro rezo se refugia en Dios de las maldades y los problemas que le causará su nafs.[6] En este sentido, el ayuno es como un escudo contra la fornicación que arrastra al hombre a grandes peligros. Los que no pueden casarse, según el consejo del Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) deben ayunar; ya que el ayuno es un escudo contra los pecados. La manera práctica de controlar el nafs es el ayuno. Es por tal motivo que el ayuno obligatorio (fard) se convirtió en uno de los pilares de la religión y se consideró como la forma más práctica de que una persona alcanzara el camino que va hacia la piedad. Efectivamente, Dios declara lo siguiente: «¡Creyentes! Se os ha prescrito el ayuno al igual que se les prescribió a los que os precedieron» (Corán 2:183).
El ayuno es como una cuerda y una rienda colocadas sobre el nafs y sirve para suavizar su obstinación. En un hadiz el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dice: «Dios, para educar al nafs le impartió algunos castigos. Primero lo quemó en el fuego y le preguntó: «¿Quién eres tú y quién soy Yo?». El Nafs le contestó: «Tú eres tú y yo soy yo». Entonces Dios lo educó con hambre y le volvió a preguntar: «¿Quién soy Yo y quién eres tú?». La respuesta del nafs fue de la siguiente manera: «Tú eres el Señor de los universos y yo soy un insignificante siervo Tuyo».
En resumen el hombre, con el ayuno, salva a su propio nafs de la desobediencia contra Dios y lo convierte en un siervo obediente. Cada una de las personas que ayunan nota en su consciencia sentimientos angelicales con más frecuencia que en los días ordinarios. Y también todos se dan cuenta de que no son capaces de hacer nada por sí mismos, ni siquiera pueden tocar el agua sin permiso y por lo tanto cada uno entiende que no es poseedor sino poseído y que no es independiente sino esclavo. Así concibe su incapacidad y pobreza, se da cuenta de sus defectos y se prepara para tocar la puerta de misericordia de Dios con una mano de agradecimiento.
El Ayuno es una Protección contra los Pecados
Cometer un pecado es un acto de destrucción interna y una contradicción con respecto a aquello que es natural. Una persona que comete pecados no es más que un desafortunado que se abandonó a los tormentos de conciencia y perdió todas sus habilidades y cualidades espirituales. Y si sigue cometiendo el mismo pecado, entonces pierde el control del todo y ya no tiene fuerzas para retenerse. Hay un montón de pecados que cubren los caminos por los cuales camina el ser humano. En estos caminos, los pecados observan a las personas como una serpiente aunque se salve de uno, es muy difícil que siga a su camino sin perderse en los otros. Hay que tener una fuerza de voluntad de hierro para atravesar estos caminos puesto que en caso negativo no haríamos sino rebajar nuestro ser espiritual. Así que el ayuno es como una garantía contra estos peligros. Para algunos es como una protección contra la desviación, una precaución contra las rebeliones, un buen compañero que protege como un escudo a su amigo y que se convierte en una puerta misteriosa en las murallas del Cielo para ayudarle entrar en el Paraíso.
El Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dice: «¡Oh jóvenes! Si alguno de vosotros tiene la posibilidad de casarse que se case; ya que esto (el matrimonio) le protege contra los pecados del ojo lascivo. Y el que no tienen posibilidad de casarse que ayune; ya que el ayuno es un escudo contra los pecados».[7]
El ayuno es una práctica y desarrolla la capacidad de oponerse a los deseos carnales. Cuando una persona ayuna es capaz de impedir todo tipo de tentaciones y deseos negativos, y aparte de eso, con la fuerza que obtiene en esos momentos puede seguir impidiendo este tipo de deseos y tentaciones. El ayuno no significa tan sólo dejar vacío el estomago, sino es hacerle ayunar a todo lo que posee una persona, los sentimientos, la vista, el oído, el corazón y las imaginaciones; alejarlos de las cosas inútiles y dirigir a cada uno hacia el Más Allá. Un hombre que ayuna de esta manera vive una vida halal (legal) y hay que interpretar desde este punto de vista el siguiente hadiz del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él): «Quien me da garantías acerca de proteger su boca y lo lascivo de su entrepierna, yo le doy garantía sobre el Cielo».
La manera más fácil de tener bajo control la religión es el ayuno pues cuando el estomago siempre esta lleno, todo el cuerpo alcanza una capacidad inmensa de energía. Y esto provoca los deseos del nafs. Entonces ya no puede controlar su lengua. Una lengua sin control, es uno de los peligros más grandes para la vida de una persona en la Más Allá. Y el único remedio de controlarla es restringir los deseos del nafs. Como cumple con esa función, el ayuno es una receta muy aconsejable. Uno de los hadices del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) también lo afirma: «Que ninguno de vosotros, en los dí¬as de ayuno, no diga nada malo a nadie y no grite. Si alguien le molesta, con la lengua o con la mano, que le conteste diciendo: Estoy ayunando».[8] «Quien no se abstiene de mentir y de malos comportamientos, que sepa que Dios no necesita que él/ella deje de comer y beber».[9]
En resumen, el ayuno perfecto consiste en hacerle ayunar tanto al estomago como a los ojos, los oídos, el corazón, las imaginaciones y los pensamientos. Es decir, protegiéndolos de los actos prohibidos y dirigir a cada uno a la servidumbre ante Dios. Si se puede tomar bajo control la fábrica más grande del cuerpo humano, el estómago, entonces los demás miembros se pueden manejar con facilidad.[10]
El Ayuno enseña respetar a lo consignado
El ayuno enseña cómo respetar las cosas confiadas a una persona, sean ocultas o públicas. Ya que no hay nadie más que Dios que haga a las personas abstenerse de las bendiciones proveídas, como comer y beber. El que ayuna respeta a lo largo de un día entero los límites de Dios. Aunque tenga todas las bendiciones bajo sus manos y que no haya nadie que lo observe sigue ayunando. Porque está lleno de sentimientos de respeto hacia su deuda con Dios. Y este comportamiento influye en toda la vida del creyente. Por consiguiente, una persona que ayuna, es siempre atento con todo lo que se le confía.
El Ayuno enseña la importancia de cumplir la palabra
El ayuno es una de las oraciones en la que se manifiesta de mejor manera el sentimiento de lealtad. El siervo, en ciertos tiempos va a dejar de hacer algunas cosas y de esta manera demostrará que es fiel a su palabra. Por tanto, con el ayuno desarrollará sus sentimientos de lealtad y esta será una parte de su ser. Y una persona que llega a este estado sería una estatua de lealtad tanto en su vida familiar e individual como social.
El Ayuno les enseña a las personas ser dignas
Gracias al ayuno, el hombre coloca barreras contra las preocupaciones diabólicas causadas por su nafs, lo toma bajo control e intenta dirigir el nafs. Así se abstiene de las comidas, las mujeres y las otras bendiciones mundanas y de esta manera, mantiene una vida digna y lejos de los sentimientos humanos y deseos causados por su nafs. Obtienen pues el sentimiento de dignidad que el Señor de los universos declara que es una aptitud de los creyentes: «De Dios es el poder y de Su Mensajero y de los creyentes, pero los hipócritas no saben» (Corán 63:8).
El Ayuno Enseña la Paciencia
Una de las ventajas principales del ayuno es el hecho de que les enseñe a los creyentes ser pacientes. Realizando el ayuno, los creyentes se someten a un período de formación, porque no comen cuando tienen ganas, no beben agua cuando sienten la sed y con paciencia dicen: «Estoy ayunando» cuando alguien les molesta. Mientras así es como se atan las manos, los pies, la lengua, los labios y los oídos, y si conservan la paciencia se hace realidad el Buraq, un corcel alado, para ellos en su viaje hacia Dios se hacen dignos de ganar Su placer.
El Ayuno Enseña la Perseverancia y la Resistencia
Las personas pueden perder todo lo que tienen: su riqueza, sus amigos y hasta sus hijos. Pueden pasar a ser pobres y miserables en cualquier momento, en todas partes. Pueden sufrir penas incesantes de repente. Así que, tienen que preparar su cuerpo y alma para tales desgracias inesperadas. Los que realizan el ayuno están listos y preparados para tales calamidades mostrando paciencia contra las fuentes más básicas de angustia tales como el hambre y la sed y acostumbrar su cuerpo y alma para los acontecimientos y situaciones más dolorosos que deberían afrontar en el futuro. En caso de tal aflicción, no pierden fácilmente la fe ni abandonan la lucha para conseguir mejores condiciones. Perseveran y luchan contra los problemas, las dificultades y los tormentos. Además, el ayuno moldea y reforma el alma de manera más rápida y le concede al que ayuna un carácter fuerte, resuelto e inflexible. La persona que ayuna no se preocupa por los dolores mundanos ni tampoco comete injusticia. Por lo tanto, el ayuno entrena al que ayuna de una manera que éste nunca deja sus principios por ninguna ganancia mundana. Este es el perfecto e ideal carácter que es definido y elogiado por el Islam.
El Ayuno Hace Adquirir Sentido de Orden y Armonía
El ayuno provee al que ayuna un sentido de orden y armoní¬a. Comer y beber en ciertos tiempos como la observación sahur (la última comida de noche antes de comenzar el ayuno) y el desayuno”iftar” en tiempos definidos les concede a los que ayunan una vida más ordenada y armoniosa. Los creyentes se hacen más impacientes para observar las oraciones diarias en el justo tiempo predeterminado para cada rezo. También, realizan el rezo de la congregación (tarawih), que se hace sólo en el Ramadán, el mes de ayuno. Esta práctica de ayuno trae disciplina y armoní¬a a la vida de los creyentes.
Fuente:www.caminoalislam.com
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